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¿Psicología Interamericana o Latinoamericana?

¿Psicología Interamericana o Latinoamericana?

Aspectos cruciales de un proyecto de comunidad interamericana de psicología

Autor: Miguel Gallegos *

La Sociedad Interamericana de Psicología (SIP) lleva más de 70 años de recorrido histórico. Sin embargo, tanto sus antecedentes, creación y posterior desenvolviendo siempre han estado tensionados por la concepción misma de su identidad como organización, es decir, por su carácter de proyecto inacabado de una psicología interamericana organizada.

Uno de los fundamentos que dio origen a la creación de la SIP se sustentó en la idea de tender puentes entre los profesionales y estudiantes de la psicología de las diferentes regiones de ese extenso y diverso continente llamado América (Ardila, 1986; Colotla & Urra, 2006; Consoli et al. 2021; Ferdman & VanOss, 1999; Gallegos, 2013; Gallegos et al., 2018; Maluf, 2012; Urra, 2004).

La concreción de este proyecto acontece en la ciudad de México en 1951, país que geográficamente se ubica en el vértice de la región norteamericana, centroamericana y caribeña, aunque por su característica idiomática mantiene vínculos con la región sudamericana. Desde luego, sin olvidar que en América del Sur, la mitad de los habitantes hablan español y la otra mitad hablan portugués. Desde sus inicios, la SIP trató de concebir un proyecto integrador de las diferentes regiones que definió como “Norteamérica”, “Centroamérica” y “Sudamérica”, estableciendo organizacionalmente una presidencia rotativa entre las tres regiones, y tres vicepresidencias zonales, además de una secretaría general y tesorería para operacionalizar el funcionamiento de la sociedad. En décadas pasadas, la región centroamericana fue redefinida como “México, América Central y el Caribe”, y hasta el momento es la única región que se define como tal incluyendo a un país en su denominación.  

El origen de este proyecto continental no estuvo exento de criticas y proyectos alternativos. En 1953 se organizó el I Congreso Interamericano de Psicología, en Santo Domingo, República Dominicana (Gallegos, 2012a), pero un año antes, en 1950, ya se había organizado el I Congreso Latinoamericano de Psicología, en Montevideo, Uruguay (León, 1982), y el segundo y probablemente último de esa serie se concreto coincidentemente en 1953, en Curitiba, Brasil. El propio México fue el escenario para el surgimiento de la Sociedad Latinoamericana de Psicología, en 1957, la cual se derivó del congreso homónimo, pero esta organización fue muy breve en el tiempo (Curiel, 1961).

Estos ejemplos de los años cincuenta del siglo pasado son una pequeña muestra de diversos intentos por constituir un proyecto de psicología organizada alternativo y definido más propiamente como “latinoamericano”, o incluso “iberoamericano”. Al respecto, existen múltiples sociedades científicas en diferentes áreas de la psicología (social, comporta-mental, política, evaluación, etc.) que se extienden muchos más allá de las fronteras de América. Solo en años recientes se han logrado estabilizar algunos proyectos latinoamericanos como la Unión Latinoamericana de Entidades de Psicología. 

Villegas (2004) ha señalado que las primeras décadas de funcionamiento de la SIP contaron con gran presencia de colegas anglosajones, lo cual se tradujo en una notoria presencia de temas que reflejaban los intereses norteños en los congresos interamericanos, y solo a partir de la década de 1970 se produjo una mayor presencia de profesionales y estudiantes latinoamericanos, situación favorecida por la organización de los primeros programas de formación universitaria dos décadas atrás. Conviene citarlo debido a que su análisis sigue siendo un tema de preocupación. 

“Paralela, desafortunada y no planificadamente, mientras la Psicología latinoamericana aumento su participación, la disciplina Anglosajona no sólo siguió una tendencia diferente, sino además, una progresiva e inquietante disminución. Incluso es posible que muchos de los miembros de la SIP de esta región, tengan fuertes vinculaciones ibero o latinoamericanas. Esta es una situación obviamente no producida de manera deliberada, no contemplada como propósito de la SIP y, probablemente, no deseada. Esto último, al menos contemporáneamente, porque en la misma década de los años setenta recordamos varios Congresos Interamericanos de Psicología en los que hubo repetidos esfuerzos por configurar alguna organización exclusivamente latinoamericana de la disciplina” (Villegas, 2004, p. 304-305)”.

 Es preciso decir que el debate sobre lo “americano”, “panamericano”, “interamericano”, “latinoamericano” o incluso “indoamericano”, “hispanoamericano” e “iberoamericano” tiene un largo pasado y expone diversas aristas ideológicas, geopolíticas y socioculturales. Por lo limitado del espacio, no entraré en ese debate, sobre el cual se han escrito innumerables páginas (Ardao, 2010; Ribeiro, 1985; Lipschutz, 1968). Sin embargo, es interesante destacar que el debate sobre la concepción y la definición propia de cómo nominar a una región también ha planteado diferentes posiciones a la hora de pensar la identidad de la “psicología latinoamericana”, mucho más inestable, pero no menos conflictiva que la llamada “psicología americana”. 

Tal como se ha señalado, la llamada “psicología estadounidense” -y no la “psicología americana”- fue confundiéndose con la historia misma de la psicología, y por efecto se convirtió en un relato universalizado que se distribuye, reproduce, consume y poco se cuestiona (Brock, 2006). Por supuesto que en esta situación existen responsabilidades compartidas. No obstante, la influencia de la psicología estadounidense es incuestionable a nivel internacional y no han sido pocos los problemas -pero también soluciones- que se han planteado hacia dentro y fuera del contiene. Dentro del continente, podrían destacarse los asuntos identitarios y de interdependencia con Puerto Rico, Canadá y México, siendo menos condicionante para los países sudamericanos. Nuevamente, cabe indicar que cuestiones de orden geopolíticas propias de Estados Unidos han tenido un correlato en el campo disciplinar y profesional de la psicología. Desde luego, esto no siempre ha sido de este modo y nada dice que lo sea para siempre. 

Al margen, resulta interesante visualizar cómo una determinada geografía define a la psicología no sólo en términos organizacionales, sino también identitarios y de pertenencia. Inexorablemente esto nos conduce a un juego de inclusión y exclusión bastante problemático. Hoy sabemos que las fronteras son mucho más líquidas, a pesar de ciertos nacionalismos recalcitrantes y controles migratorios que intentan frenar la natural e histórica movilidad humana. Asuntos de esta índole se presencian cotidianamente en el mundo, y en las diferentes regiones de las Américas, tanto el terreno de la psicología, como en el campo social más generalizado. 

El debate que intentamos poner de relieve en este pequeño escrito podría complejizarse a partir de la representatividad lingüística de la región. Por ejemplo, la SIP reconoce cuatro idiomas oficiales: español, portugués, inglés y francés. Esto responde a las lenguas que se hablan en las diferentes regiones de las Américas, y constituye un esfuerzo, no siempre consistente, por favorecer la comunicación y respetar la diversidad cultural que componen la región. Sin embargo, como bien lo ha hecho notar Andrés Consoli en una comunicación personal, y probablemente también haya sido materia de discusión en diferentes contextos, la SIP y la psicología de América Latina más ampliamente, mantienen una importante deuda con las “lenguas autóctonas” y más todavía con poblaciones y comunidades llamadas nativas/originarias/autóctonas. 

En consecuencia, ni desde el punto de vista geográfico ni desde el punto de vista lingüístico se pueden establecer estrictos criterios demarcatorios que hagan justicia a la distribución de países en función de una representatividad continental. Menos todavía si entramos en el terreno de la migración y la movilidad académica, profesional y estudiantil de las personas que componen la comunidad interamericana.

Precisamente, hace algunos años, me preguntaba por el sentido histórico de una psicología interamericana, y los elementos que la pudieran caracterizar y definir. ¿Existe realmente una “psicología interamericana”? Desde luego, mi respuesta fue que la creación de la SIP constituyó un parteaguas, y solo a partir de su organización puede hablarse de una comunidad interamericana de psicología. Pero ¿qué es esa cosa llamada “comunidad interamericana de psicología”? Ni más ni menos que el producto de la interacción social, de la movilidad y las conexiones que se fueron tejiendo a largo de la historia. Para finalizar, cito un párrafo de aquel trabajo para ratificar la idea de que una comunidad interamericana no puede actuar como un censor migratorio ni solidificar fronteras, porque de hacerlo, no cumpliría con su misión original.  

“La historia de la psicología interamericana, con su complejidad idiomática, cultural, científica, política, académica, institucional y geográfica, comienza con la creación de la SIP, en diciembre de 1951. Hasta el momento, no existe otro dato o acontecimiento anterior a esa fecha que pueda señalarse como inaugural. Tampoco puede indicarse otra circunstancia histórica que refleje la conexión de la psicología interamericana, que sí posibilitó el comienzo de las actividades de la SIP. Antes de la SIP, la psicología del sur y la psicología del norte transitaban por caminos adyacentes.

Entonces, ¿qué es la historia de la psicología interamericana? No sólo es la historia de la creación de la SIP, sus mentores, sus actividades, sus logros y sus realizaciones, como ya muchos autores han puesto de manifiesto. La historia de la psicología interamericana es, también, la historia de las conexiones. Es la historia de como se conectaron dos exiliados alemanes, uno que vivía en Argentina (Krapf) y otro que moraba en Estados Unidos (Wolff), con un canadiense (Line), un guatemalteco (Barrios Peña), un mexicano (Robles), un chileno (Nassar), un colombiano (Vergara) y un brasileño (Roxo) para formar una institución interamericana de psicología. Gracias a esa primera conexión, que lógicamente tiene sus antecedentes, se posibilitaron nuevas conexiones” (Gallegos, 2012b, p. 31)”.

Referencias

Ardao, A. (2010). Panamericanismo y latinoamericanismo. En L. Zea (Ed.), América Latina en sus ideas (pp. 157-171). México: Siglo XXI/UNESCO.

Brock, A. (2006). Introduction. In A. Brock (Ed.), Internationalizing the history of psychology (pp. 1-15). New York, Estados Unidos: New York University.

Colotla, V., & Urra, M. (2006). Semblanza biográfica de los fundadores de la Sociedad Interamericana de Psicología. Revista Interamericana de Psicología/Interamerican Journal of Psychology, 40(3), 377-384. 

Consoli, A., Flores, I., Sharma, H., Sheltzer, J., Gallegos, M. & Pérez-Acosta, A. (2021). Psychology in Latin America: A qualitative study of commonalities and singularities. Revista Interamericana de Psicología/Interamerican Journal of Psychology, 55(3), e1627. https://doi.org/10.30849/ripijp.v55i3.1627 

Curiel, J. (1962). El psicólogo. México: Porrúa. 

Ferdman, B., & VanOss, B. (1999). Interamerican Society of Psychology: history and current status. En M. Alonso & A. Eagly (Eds.), Psicología en las Américas (pp. 353-359). Caracas: SIP.

Gallegos, M. (2012a). El Primer Congreso Interamericano de Psicología (1953): su acontecer histórico. Revista Interamericana de Psicología/Interamerican Journal of Psychology, 46(1), 21-34.

Gallegos, M. (2012b). Historia de la psicología interamericana: Sociedad Interamericana de Psicología (1951). Psychologia Latina, 3(1), 23-36. 

Gallegos, M. (2013). Sixty years of the Interamerican Society of Psychology: origins and developments. International Journal of Psychology, 48(6), 1313-1320. 

Gallegos, M., Salas, G., Ardila, R., Caycho-Rodríguez, T. & Burgos, C. (2018). Sociedad Interamericana de Psicología: historia y proyección estratégica. Revista Mexicana de Psicología, 35(1), 72-87. 

León, R. (1981). El Primer Congreso Latinoamericano de Psicología (1950): un evento olvidado. Revista Latinoamericana de Psicología, 13(3), 345-359. 

Lipschutz, A. (1968). Perfil de indoamérica de nuestro tiempo. Antología 1937-1962. Santiago: Editorial Andrés Bello. 

Maluf, R. (2012). Sociedad Interamericana de Psicología: Historia, trayectoria y proyectos. Revista de Psicología, 30(1), 215-220.

Ribeiro, D. (1985). Las Américas y la civilización. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina

Urra, M. (2004). Psicología interamericana: una historia. Psicólogo Interamericano, 84, 1-2.

Villegas, J. (2004). Sociedad Interamericana de Psicología (SIP): cincuenta años de logros y desafíos. Revista Interamericana de Psicología/Interamerican Journal of Psychology, 38(2), 303-306.

* Facultad de Psicología. Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. Pós-graduação em Psicologia. Universidade Católica de Minas Gerais, Belo Horizonte, Brasil. 

doi: 10.30849/psinteram111 | Descarga la versión PDF del artículo

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