Importancia del uso de lenguaje inclusivo de género: una reflexión desde la ética
Rodrigo Mazzo – España | rodrigo.mazo@upb.edu.com
Hace poco más de un siglo, la idea de que las mujeres pudieran acceder al voto era considerada desde innecesaria hasta peligrosamente radical por gran parte de la sociedad. Así, este hecho fue, durante muchos años vinculado a ideologías que atentaban contra las formas establecidas para la correcta organización política y social de los pueblos. Sin embargo, y gracias al trabajo incansable de grupos de mujeres progresistas, el derecho a voto pasó de ser un cambio inadmisible para convertirse en un derecho incuestionable.
Este suceso de la historia reciente de la humanidad permite evidenciar cómo las sociedades pueden dejar atrás formas de pensar y de actuar cuando son capaces de asumir que las mismas afectan el bienestar y los derechos de las personas.
Estos procesos suelen ser cambios lentos dado que, aunque luego puedan convertirse en grandes hitos en la historia de la humanidad, se han forjado por pequeños pasos, por avances y retrocesos, y no están exentos de contradicciones. No obstante, cuando estos procesos atienden a causas justas, las diferencias quedan en segundo plano, y prima el buen criterio de aunar esfuerzos y voces en pos de un bien común.
En la misma línea, desde el siglo pasado surgió la creciente necesidad de revisar el uso del lenguaje, específicamente en su posibilidad de vehiculizar sesgos de género que, por el mismo uso, se habían instalado en el decir cotidiano. Sin embargo, no resulta aceptable fundamentar nuestras acciones en la mera tradición, y mucho menos si ésta se cimienta en la invisibilización de sectores de la población, y por tanto de sus derechos. El lenguaje inclusivo de género resulta una valiosa herramienta para reconocer y validar la diversidad de identidades y experiencias de género que existen en nuestra sociedad.
Afortunadamente, desde hace tiempo la psicología ha realizado una reevaluación de las teorías y prácticas psicológicas existentes, reconociendo cómo ciertos enfoques pueden reflejar sesgos culturales o de género. De esta forma, han ido surgiendo nuevas perspectivas que integran la diversidad cultural y de género en la comprensión de la mente y el comportamiento humano, enriqueciendo así el panorama teórico de la psicología contemporánea. En ese sentido, al utilizar un lenguaje que reconoce la presencia y la contribución de todas las personas, estamos promoviendo un entorno más equitativo y respetuoso tanto en el ámbito académico, de investigación, o de la práctica. Es importante tener presente que la utilización de lenguaje no discriminatorio implica la reflexión acerca de su sentido, y no una mera formalidad. También es importante advertir que estos cambios pueden generar resistencias ya que muchas veces desafían normas y estructuras arraigadas en nuestra sociedad. Sin embargo, como profesionales de lapsicología debemos recordar nuestro compromiso inclaudicable con los derechos humanos y el respeto a las personas y las comunidades, y atendiendo a los cambiantes contextos de la sociedad. Invitamos a integrantes de nuestra Sociedad a reflexionar acerca de la importancia de adoptar y promover el uso del lenguaje inclusivo de género en nuestras interacciones profesionales y académicas. Al hacerlo, no solo estamos avanzando hacia una práctica más ética y sensible, sino que también estamos contribuyendo a la construcción de un mundo más justo e inclusivo para todas las personas.
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Importancia del uso de un lenguaje inclusivo de género: una reflexión desde la ética
Hace poco más de un siglo, la idea de que las mujeres pudieran votar era considerada innecesaria y peligrosamente radical por gran parte de la sociedad. Así, este hecho estuvo, durante muchos años, ligado a ideologías que amenazaban las formas establecidas de adecuada organización política y social de los pueblos. Sin embargo, gracias al trabajo incansable de grupos de mujeres progresistas, el derecho al voto pasó de ser un cambio inaceptable a convertirse en un derecho incuestionable.
This event in recent human history shows how societies can leave behind ways of thinking and acting when they are able to accept that these ways affect the well-being and rights of people. These processes tend to be slow changes, since, although they may later become great milestones in the history of humanity, they have been forged by small steps, by advances and setbacks, and are not free of contradictions. However, when these processes respond to just causes, differences are put in the background, and the good judgment of joining forces and voices in pursuit of a common good prevails.
Along the same lines, since the last century there has been a growing need to review the use of language, specifically in its possibility of conveying gender biases that, due to its use, have become embedded in everyday speech. However, it is not acceptable to base our actions on mere tradition, and even less so if this is based on the invisibility of sectors of the population, and therefore of their rights. Gender-inclusive language is a valuable tool for recognizing and validating the diversity of gender identities and experiences that exist in our society. Fortunately, psychology has long been re evaluating existing psychological theories and practices, recognizing how certain approaches may reflect cultural or gender biases. In this way, new perspectives have emerged that integrate cultural and gender diversity in the understanding of the mind and human behavior, thus enriching the theoretical landscape of contemporary psychology. In this sense, by using a language that recognizes the presence and contribution of all people, we are promoting a more equitable and respectful environment in the academic, research, and practice fields.
It is important to keep in mind that the use of non discriminatory language implies reflection on its meaning, and not a mere formality. It is also important to note that these changes can generate resistance since they often challenge norms and structures rooted in our society.
However, as psychology professionals we must remember our unwavering commitment to human rights and respect for people and communities, and to take into account the changing contexts of society.
We invite members of our Society to reflect on the importance of adopting and promoting the use of gender-inclusive language in our professional and academic interactions. In doing so, we are not only moving towards a more ethical and sensitive practice, but we are also contributing to the construction of a more just and inclusive world for all people.