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Avances y retos de la evaluación psicológica en México

Avances y retos de la evaluación psicológica en México

R. Angélica Torres Marmolejo

La práctica de la evaluación psicológica en México ha tenido importantes transformaciones vinculadas a la evolución de la psicología como ciencia del comportamiento y de la salud mental y a su reconocimiento en el campo científico, académico y como disciplina de formación universitaria. 

En México, la evaluación psicológica se ha utilizado en todos los campos de la psicología buscando identificar, diagnosticar, seleccionar, orientar o tomar decisiones a partir de la información que recaba, bajo un procedimiento estandarizado que lleva a conocer lo que sucede con la persona o un grupo de personas, definir un diagnóstico o proponer líneas de intervención específica.

En este proceso de crecimiento y de cambios sobre la manera de llevarla a cabo, la evaluación psicológica en México ha buscado alcanzar mayor certeza y mejor validez en los resultados que ofrecen sus procedimientos y la psicometría ha sido una herramienta de apoyo para profundizar en el estudio de las propiedades métricas de una situación o comportamiento y conocer cuánto está presente una característica o atributo en una persona. 

En su conceptualización y práctica actual, la evaluación psicológica integra un procedimiento que va más allá de la aplicación de pruebas (Fernández-Ballesteros, 1999) y compromete directamente el enfoque formativo de las y los psicólogos, el cual determina en gran medida la manera de llevar a cabo esta tarea.

Entre estos enfoques se resalta el modelo médico y psicoanalítico que predominó en México en los años cincuenta y setenta y décadas más tardes el conductismo, el constructivismo y el humanismo. Estas orientaciones formativas fueron determinantes en la práctica de los estudiantes y en el ejercicio profesional de las y los psicólogos egresados, quienes en los años ochenta y noventa encontraron un área de trabajo fértil en la aplicación de test de inteligencia o personalidad y como profesionales interesados del comportamiento, por lo que la evaluación psicológica se centraba en el estudio de los factores que participan en el (Urbina, 1992 en Zanatta y Camarena, 2012).

Con el nacimiento del Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación de la Psicología (CNEIP, 1971) se amplían los estudios sobre la “educación compensatoria”, como una propuesta en el campo educativo. Desde este enfoque la evaluación psicológica buscaba ir más allá de medir el desempeño del sujeto y obtener el CI o llegar al diagnóstico de una enfermedad mental, su objetivo priorizó el resaltar los hallazgos con el fin de apoyar en la solución de los problemas de rendimiento y bajo desempeño identificados en los alumnos dentro del ámbito educativo. 

Algunos avances

En los comienzos del siglo XXI, después de todo un trayecto de influencias de diversas corrientes, la psicología alcanza una presencia profesional diferenciada que se fortalece a través de las prácticas profesionales de las y los psicólogos en formación, dentro de los diferentes campos de aplicación clínico, educativo, laboral, de investigación y de intervención social. 

En este escenario, la evaluación psicológica en el país, se fue consolidando como una actividad básica dentro de estos campos de acción, identificando en la práctica dos tendencias: la primera referente a la evaluación tradicional, centrada en la aplicación, calificación e interpretación de pruebas para  obtener datos o puntuaciones sobre lo que logra el sujeto realizar, y la segunda, la evaluación dinámica propuesta por R. Feuerstein, cuya finalidad es comprender desde un pensamiento analítico, el cómo se da el funcionamiento del sujeto, no cuánto sabe, sino cómo lo sabe e identificar su potencial y la manera de alcanzarlo (González, 2003). 

Los resultados obtenidos de esta forma de evaluación fueron la base para implementar programas de “modificación estructural cognitiva” a partir de evaluar el verdadero potencial del sujeto. (Feuerstein, 1980, en Noguez, 2002).

A la fecha, la práctica de evaluación psicológica, sigue modelos variados y ha sido poco regulada en sus procesos, por lo cual, la Sociedad Mexicana de Psicología, estableció en el Código ético del psicólogo mexicano (2015), criterios a seguir para el uso, aplicación, calificación e interpretación de los instrumentos de evaluación, resaltando la responsabilidad del psicólogo sobre el manejo de los instrumentos que emplea y sobre su confiabilidad y validez (Pérez-Agüero et al., 2019), así como la confidencialidad que guarda el manejo de los datos recabados.

Este manejo responsable requerido en las y los psicólogos dentro de la práctica de evaluación psicológica, se establece como una actitud a alcanzar a partir de la experiencia de formación universitaria; y es la práctica profesional la que ayuda a consolidar los saberes requeridos.  

En esta práctica las y los psicólogos en formación  adquieren conocimiento básicos sobre los diferentes instrumentos de evaluación y sobre el qué y cómo hacer el proceso frente a la diversidad de situaciones y usuarios, por lo cual el modelamiento y el moldeamiento que las y los maestros hacen al psicólogo y psicóloga aprendiz, a través de su acompañamiento  en la práctica, son elementos centrales para el desarrollo de las competencias y habilidades requeridas en el aprendizaje de la evaluación psicológica y en el perfil de competencias y habilidades esperadas para el desempeño profesional.

Un paso común en el proceso de realizar la evaluación psicológica es obtener la información necesaria a partir de la entrevista de exploración o entrevista diagnóstica, que consiste en el rastreo de los datos asociados al motivo que lleva al sujeto o grupo de sujetos a realizar la evaluación. En esta exploración es importante hacer indagaciones profundas que vayan más allá de la anamnesis y permitan ampliar la comprensión de los sucesos de vida de la persona, sin perder de vista el objetivo. 

Otra tarea básica en la evaluación psicológica es la aplicación de pruebas o instrumentos de evaluación sea para evaluar los procesos cognitivos y de desempeño intelectual o para evaluar procesos madurativos, de la personalidad o aspectos específicos de las diferentes áreas del desarrollo. 

En el manejo de pruebas psicológicas en el país se identifica un uso frecuente de ciertos instrumentos de evaluación que por su importancia son tomados como base principal en los programas de enseñanza de la psicometría y de la evaluación de la personalidad, entre ellos se encuentra las pruebas de evaluación de la inteligencia como la escala Wechsler, el Test Raven y Beta; pruebas madurativas como el test gestáltico visomotor Bender; y pruebas   proyectivas como el Test del dibujo de la figura humana, la persona bajo la Lluvia, el test de la familia, el test de apercepción temática TAT y CAT, el test casa-árbol-persona (HTP) y algunos inventarios de personalidad como el inventario de Minnesota (MMPI) y el 16 factores de la personalidad (16PF). Su aplicación en el proceso de evaluación dependerá de la necesidad que la persona plantea para llevarla a cabo.

Como una recomendación de la Federación Nacional de Psicólogos de México (2018), para el uso de estos instrumentos y cualquier otro que se integre como apoyo al proceso de evaluación, debe fomentarse el empleo correcto de las diferentes herramientas e instrumentos de evaluación y mantener las condiciones y procedimientos estandarizados para su aplicación, a fin de garantizar la confiabilidad y validez de los resultados obtenidos; además de integrar la evaluación de la persona desde sus características y desde todas sus áreas, debilidades y potencialidades, evitando estereotiparla en criterios de deficiencia o patología. 

Principales Retos

Los cambios suscitados en los últimos años por la modernización y simplificación de los procesos derivados del avance en las tecnologías de la comunicación y la globalización, demandan a las y los psicólogos en formación una comprensión más amplia, humana e integral de los procesos psíquicos y del comportamiento, a fin de evaluar e intervenir desde la diversidad, teniendo como un referente central el bienestar emocional y la salud mental.

Desde estas condiciones de cambio, la evaluación psicológica no ha quedado exenta de la influencia de la evaluación virtual y es aconsejable integrar en ella las nuevas tendencias; el reto es mantener la confiabilidad y validez de los resultados, a partir de los ajustes en la estandarización del proceso de evaluación. 

Por ello, es necesario generar investigaciones que permitan registrar lo que sucede en estos acercamientos, identificar los sesgos que surgen al evaluar desde estas condiciones, enfrentar las problemáticas en el comportamiento de las y los sujetos que se derivan de su interacción en las redes sociales y aprovecharlas no sólo como un reto, sino como un recurso de crecimiento para la práctica psicológica, argumentar los hallazgos y fortalecer el proceso de evaluación desde las nuevas condiciones y así incursionar en la actualización de los planes y programas de estudio de la psicología en el país.

A manera de conclusión se puntualiza la necesidad de: 

  1. Fortalecer en las y los estudiantes de psicología los conocimientos, las habilidades y aptitudes básicas que garanticen la buena práctica de evaluación psicológica, 
  2. Integrar los enfoques interdisciplinarios en el proceso de comprensión de los sucesos de vida y de su intervención, 
  3. Orientar sobre los criterios éticos que norman la evaluación psicológica desde su enseñanza en las aulas, 
  4. Fomentar la creación, desarrollo, adaptación y/o actualización de instrumentos de evaluación psicológica apropiados para la población mexicana, y 
  5. Generar espacios de investigación orientados a la estandarización de procesos de evaluación psicológica integrando los medios digitales, las aplicaciones a grandes masas y la participación en la virtualidad. 

Invito a los lectores a profundizar en estos aspectos en la lectura del capítulo con el mismo nombre “Avances y retos de la Evaluación Psicológica en México” que forma parte del libro “Orígenes y desafíos de la evaluación psicológica en países Iberoamericanos” resultado del trabajo realizado como miembro del grupo de trabajo “Evaluación y Medición”, dentro de la Sociedad Interamericana de Psicología. 

Comparto aquí solo algunos hechos de la historia de la evaluación psicológica en México, algunos aciertos y reflexiones sobre los retos que enfrenta esta tarea del psicólogo en la actualidad, segura de despertar en el lector el interés por profundizar en los mismos.

 Referencias   

American Psychological Association (2002).  Principios éticos de la psicológica y código de conducta. http://www.apa.org/ethics

Federación Nacional de Colegios, Sociedades y Asociaciones de Psicólogos de México. 

        A.C.  (2018). Código de ética de las y los psicólogos mexicanos, FENAPSIME.

Fernández-Ballesteros, R. (1999). Psychological assessment: Futures, challenges and  

         progresses.  European Psychologist, 4(4), 248-262 

https://doi.org/10.1027/1016-9040.4.4.248

González, M. (2003), Evaluación psicoeducativa. Material inédito.

Noguez, S. (2002). El desarrollo potencial de aprendizaje. Entrevista a Reuven Feuerstein. 

        Revista Electrónica de Investigación Educativa, 4 (2), 132-147. 

        http://redie.uabc.mx/vol4no2/ contenido-noguez.html                 

Pérez-Aguero, M., Cabrera-Zamora, I., Meza-Alejos, A. (2019). Utilización de las pruebas 

        psicológicas en México. Un análisis exploratorio. Revista de iniciación temprana en 

        Ciencia y tecnología Preludio, 1(1), 49-58. Facultad de Psicología. 

         DOI: https://doi.org/10.22402/j.ritcyt%20preludio.unam.1.1.2020.247.49-58

Zanatta Colín, E., Camarena, T.Y. (2012). La formación profesional del psicólogo en 

       México: trayecto de la construcción de su identidad disciplinar. Enseñanza e 

        Investigación en Psicología. 17(1), 151-170. Recuperado de 

https://www.redalyc.org/artículo.oa?id=29223246010

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