Enfrentando la pandemia: Un reflejo de la actitud humana ante la vulnerabilidad de la vida
Autora: Olimpia Petzold Rodriguez* | Psychology, Lone Star College, TX, USA
Uno de los efectos positivos que trajo la pandemia fue el invitarnos a mirar hacia adentro de nosotros mismos, el observar que somos vulnerables y el reconocer que muchas cosas de nuestras vidas escapan de nuestro control.
La pandemia nos cambió la vida, cambió la forma de percibir el mundo y la manera de relacionarnos no sólo con los demás, sino con nosotros mismos. Ante una situación tan inesperada, abrupta y global, como la pandemia, nos enfrentamos de forma directa con lo frágil que puede ser la sensación de control del individuo.
Ante esta realidad, psicológicamente pudimos aprender, descubrir o reforzar algunas formas de enfrentar las vicisitudes en nuestras vidas. Una de las estrategias, que resulta particularmente muy útil, sobre todo en situaciones que escapan de nuestro control, está en reconocer y aplicar lo que llamamos los círculos de control e influencia.
Esta estrategia está basada en un modelo propuesto por Steve Covey en su libro “Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas» (1989). El emplearla ayuda a enfocarnos en aquellos aspectos que están a nuestro alcance y dejar de preocuparnos por aquellos que están fuera de nuestro control.
El mismo consta de 3 círculos (ver Fig.1) relacionados con el impacto de nuestras decisiones y acciones. El primero y más externo, representa todas aquellas cosas sobre las que NO tenemos margen de influencia, ni control. Abarca lo que está fuera de nuestra capacidad de gestión. Es todo aquello sobre lo que podemos pensar constantemente, pero que no vamos a ser capaces de cambiar. Por ejemplo: la pandemia, la economía mundial, el clima. El segundo y del medio, simboliza aquellas relaciones, situaciones o personas en las que podemos influir, mas no controlar. Por ejemplo: pudiéramos hablar con nuestra pareja, hijo o amigo y plantearles nuestro punto de vista sobre una situación concerniente a ellos, pero al final la decisión es de ellos. El tercer y más pequeño círculo, representa aquello que Sí podemos influir y controlar, en donde tenemos un margen de acción. Lo que depende de nosotros mismos, es decir nuestros pensamientos, emociones y conductas. Y es en este último, donde deseo enfocarme, uno de los aprendizajes positivos de la pandemia, tiene que ver con enfocarnos en los aspectos positivos que nos brinda el presente, el disfrutarlos, el tener una actitud que nos permita sacar un aprendizaje, inclusive de las situaciones más desafiantes.
La pandemia nos enseñó que no podemos “controlarla”, así como a muchas cosas en la vida, pero lo que sí podemos decidir es con que actitud nos paramos ante esa difícil situación que podemos estar enfrentando. Si podemos decidir cuál es el significado que le vamos a otorgar a ese nuevo desafío que vivimos. De cada uno de nosotros depende si nos abrumamos con los pensamientos negativos y nos hundimos en la rabia, frustración, ansiedad o tristeza de algo que no podemos controlar (círculo 1), o vemos la situación como una posibilidad para resurgir y crecer, lo que nos conecta con emociones positivas, de tranquilidad, optimismos, confianza (círculo 3) y nos movilizamos para hacer todo lo que está a nuestro alcance para influir (círculo 2) o para generar acciones que nos permitan decirnos a nosotros mismos que hicimos todo lo que estaba en nuestras manos, lo que nos llena de satisfacción personal.
Reference
Covey, Stephen (1989). The 7 Habits of Highly Effective People. New York: Simon & Shuster.
*Adjunct Professor, Psychology, Lone Star College, TX, USA. | Leader of the Healing Art Program and the Spanish Wellbeing Group at Canopy, Cancer Survivorship Center, The Woodlands, TX, USA.
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