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El despliegue de la hiperrealidad sexual en las subjetividades contemporáneas

El despliegue de la  hiperrealidad sexual en las  subjetividades contemporáneas

Juan Illich Hernández Rivera – juan.hernandez23@upr.edu

Como bien he podido observar, durante estos tiempos ultrarrápidos y multiformes que vivimos, la idea del simulacro o hiperrealidad la cual Baudrillard (1978) presentó hace ya más 56 años sigue estando latente por doquier. Hago mención de este dato, ya que este concepto en específico está totalmente inscrito e inmerso en el entorno actual/virtual cuyo despliegue al final de cuentas repercute en las mismas sociedades ciberespaciales. A raíz de este hecho y fenómeno psicosocial se ha ido desarrollando un el nuevo germen de la simulación ha logrado eliminar la subdivisión que coexiste entre nuestro mundo actual versus el virtual. En este caso, el plano inmaterial (modos de subjetivación) cobra otro sentido eficazmente, dado a que la lógica formal del consumo dentro de la industria del sexo hoy día estado moviéndose hacia un entretenimiento mucho más accesible, instantáneo, lúdico, aprehensible, seductivo e imperativo satisfactorio.

De esta manera, puedo afirmar que este estado de hipersexualismo y pansexualismo que nos están plegando los entornos cibernéticos han logrado sedimentar un objeto codificable con el fin de ejercer dominio sobre los cuerpos modernos. Así que, para que esta intervención de carácter criminal como diría Baudrillard (1994) en su texto “El crimen perfecto”[1] sea eficaz se necesita de la codificación del deseo para que se construyan nuevas alteridades representativas y objetos de deseo para establecer zonas fronterizas de confort. Bajo este artilugio hipersexual que se desarrolló desde la misma instalación de la modernidad (siglo XVIII) hoy puede vislumbrarse más a tenor cómo los aparatos electrónicos dotados de AI (inteligencia artificial) pueden crear una experiencia de la “realidad verdadera” la cual ha perforado la diferenciación entre lo “real” versus “aparente” (Zizek, 1990).

Ante este suceso innovador y revolucionario, los medios de comunicación de masas, las mismas comunidades cibernéticas y los múltiples dispositivos técnico- científicos que se han fraguado en la maquinaria sexual totalmente transformaron todos los límites del mismo aparato psíquico y sociológico. A esta nueva forma interventora y mediadora de nuestra psique social se le conoce hoy día como el efecto de la “simulación”, puesto que, se desarrolla precisamente en ese ciberespacio o comunidad cibernética como un efecto allanador y sutil, que a su vez va provocando una silente muerte de “lo real”. Es decir, que las zonas limítrofes de nuestra psicología de masas se están viendo amenazadas por estas nuevas tecnologías. Un ejemplo pertinente de este uso lo es la tecnología MUD (Múltiple Uso de Dominios) la cual según Zizek (1990) socava en el ciberespacio el concepto de Yo con el objetivo de descentralizarlo de sus propios fines como ser humano y llevarlo hacia un estadio de arbitrariedad e identidades cambiantes que no conoce obstáculos, ni carencias. Por tanto, esta hiperrealidad que se ha instalado sobre el plano de lo inmaterial o virtual no es más que una construcción artificial o arquetipal de la imagen contemporánea que actualmente se ha reconfigurado durante las últimas décadas dentro de la esfera del consumo neoliberal de la inmediatez. Evidentemente, si observamos tal situación a nivel psicosocial, la proclamación del “supuesto progreso” del sistema neoliberal hoy ha adoptado nuevas morfologías en nuestro mundo de “lo imaginario, simbólico y real”. Tal efecto puede ser mejor ilustrado en el tipo de consumo que le demos a los múltiples dispositivos tecnológicos que se nos presenten en ese ciberespacio y vida cotidiana. Es preciso destacar, que cada uno de estos contienen un valor de uso, cambio y plus de goce.

De hecho, es en esa dirección hacia donde busco centralizar este análisis investigativo, puesto que el giro que ha dado la industria pornográfica e incluso sociedad de consumo ha reinventado sus nuevos espacios de consumo y políticas mediáticas. Focalizando este punto, se puede vislumbrar cómo en el mundo tecnológico se ha dado un gran paso hacia un efecto de goce capaz de trastocar el aparato psíquico, efecto que a su vez interfiere con nuestra vida cotidiana ondulatoriamente. Un ejemplo muy propio de éste, son hoy la creación de los burdeles para muñecas sexuales o mejor conocido como “Lumy-Dolls Burdels”[2] las cuales tienes todas las características fisiológicas de un humano, pero con el detalle de la capacitación de una inteligencia artificial peculiar.

También, cada una de estas tiene la predisposición de ser alterada, ya sea física y mentalmente como uso de atuendos para el consumidor fetichista. Esta nueva instalación de facilidades para el recreo, satisfacción, acompañamiento y búsqueda de deseos se ha ido adoptando en España, Canadá, Inglaterra, Italia, Rusia, Bélgica, etc. que han acogida esta modalidad. De esta forma es que hoy se dinamiza y maneja sutilmente nuestra “realidad y deseo social”. Tomando estas dimensiones en específico, observamos cuán avasallada, intervenida, y coaccionada se encuentran estas a nivel psicosociológico. Por ende, el deseo en el sentido deleuzeano, no conoce límites versus el dispositivo sexual el cual, si logra ser disciplinado mediante su objeto de interés logra disociar lo “real” con lo irreal.

Notas:

1) Hago mención del texto “El crimen perfecto” presentado por Baudrillard (1994) para apuntalar cómo a partir del mundo cibernético actualmente se ha suscitado por medio de la simulación “la muerte de la realidad” a partir de la apuesta por las apariencias de lo ilusorio y la misma nada. Son estos dos elementos los que han hecho valer la eficiencia de lo hiperreal sobre nuestro mundo de lo real-material. Es decir, que, siendo un crimen, esta no tiene criminal, dado que pareciera que a las mismas masas no les importa ni la vida misma ya.

2) Se le conoce a las Lumy Dolls como las nuevas muñecas sexuales de compañía las cuales más allá de estar dotadas física y mentalmente puede lograr cumplir los fetiches y fantasías más ocultas de cada ser social moderno. A raíz de este hecho se ha construido toda una sociedad secreta predispuesta a instalar un burdel para estas nuevas prácticas, que se sirven de la tecnología (Inteligencia Artificial). Los precios de estos promedian entre 90 dólares la media-hora para su consumo, hasta los mil doscientos euros el comprar un muñeco. Ver: Documental de BBC: https://youtu.be/fq-N-W5Qb3g

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The deployment of sexual hyperreality in contemporary subjectivities

As I have been able to observe, during these ultra rapid and multiform times in which we live, the idea of simulation or hyperreality, which Baudrillard (1978) presented more than 56 years ago, is still latent everywhere. I mention this fact because this specific concept is fully inscribed and immersed in the current/virtual environment, whose deployment ultimately impacts cyberspace societies themselves. As a result of this fact and psychosocial phenomenon, a new germ of simulation has been developing, which has managed to eliminate the subdivision that coexists between our current world and the virtual one. In this case, the immaterial plane (modes of subjectivation) effectively takes on another meaning, given that the formal logic of consumption within the sex industry today has been moving toward a much more accessible, instantaneous, playful, apprehensible, seductive, and imperatively satisfying entertainment.

In this way, I can affirm that this state of hypersexuality and pansexualism that cybernetic environments are folding upon us has managed to sediment a codifiable object with the purpose of exercising dominion over modern bodies. So, for this criminal intervention, as Baudrillard (1994) would say in his text “The Perfect Crime,”[1] to be effective, the codification of desire is needed so that new representative othernesses and objects of desire are constructed to establish border zones of comfort. Beneath this hypersexual device that developed from the very installation of modernity (18th century), today we can better glimpse how electronic devices equipped with AI (artificial intelligence) can create an experience of “true reality” which has pierced the differentiation between what is “real” versus “apparent” (Zizek, 1990).

In the face of this innovative and revolutionary event, the mass media, cyber communities themselves, and the multiple technical and scientific devices that have been forged within the sexual machinery completely transformed all the boundaries of the psychic and sociological apparatus itself. This new interventionist and mediating form of our social psyche is known today as the “simulation” effect, since it develops precisely in this cyberspace or cyber community as a flattening and subtle effect, which in turn causes a silent death of “the real.” In other words, the border areas of our mass psychology are being threatened by these new technologies. A pertinent example of this use is MUD (Multiple Use of Domains) technology, which, according to Zizek (1990), undermines the concept of the self in cyberspace with the aim of decentralizing it from its own purposes as a human being and leading it toward a state of arbitrariness and changing identities that knows no obstacles or shortages. Therefore, this hyperreality that has been established on the immaterial or virtual plane is nothing more than an artificial or archetypal construction of the contemporary image that has been reconfigured in recent decades within the sphere of neoliberal consumption of immediacy. Evidently, if we observe this situation at the psychosocial level, the proclamation of the “supposed progress” of the neoliberal system has now taken on new morphologies in our world of “the imaginary, symbolic, and real.” This effect can be best illustrated in the type of consumption we give to the multiple technological devices presented to us in cyberspace and daily life. It is important to emphasize that each of these devices contains a use value, exchange value, and surplus enjoyment.

In fact, it is in this direction that I seek to focus this investigative analysis, since the shift taken by the pornographic industry and even consumer society has reinvented its new spaces of consumption and media policies. Focusing on this point, You can glimpse how the technological world has taken a great step toward an effect of enjoyment capable of disrupting the psychic apparatus, an effect that in turn interferes with our daily lives in waves. A very typical example of this today is the creation of brothels for sex dolls, or better known as “Lumy-Dolls Brothels,”[1] which have all the physiological characteristics of a human, but with the added benefit of training a peculiar artificial intelligence.

Also, each of these is predisposed to be altered, both physically and mentally, such as through the use of clothing for the fetishistic consumer. This new installation of facilities for recreation, satisfaction, companionship, and the pursuit of desires has been adopted in Spain, Canada, England, Italy, Russia, Belgium, etc., which have embraced this modality. In this way, our “social reality and desire” are subtly energized and manipulated today. Considering these dimensions in detail, we observe how subjugated, intervened, and coerced they are at the psychosociological level. Therefore, desire, in the Deleuzian sense, knows no limits, unlike the sexual device, which, if it can be disciplined by its object of interest, manages to dissociate the “real” from the unreal.

Notes:

1) I mention the text “The Perfect Crime” presented by Baudrillard (1994) to support how, starting from the cybernetic world, the “death of reality” has currently been raised through simulation, based on the bet on the appearances of the illusory and nothingness itself. These two elements are what have made the efficiency of the hyperreal prevail over our world of the real-material. That is to say, while it is a crime, it has no criminal, given that it seems that the same masses no longer care about life itself.

2) Lumy Dolls are known as the new companion sex dolls, which, beyond being physically and mentally gifted, can fulfill the most hidden fetishes and fantasies of every modern social being. As a result of this fact, an entire secret society has been built, predisposed to establish a brothel for these new practices, which make use of technology (Artificial Intelligence). Their prices average between $90 for half an hour for consumption, up to one thousand two hundred euros for the purchase of a doll. See: BBC Documentary: https://youtu.be/fq-N-W5Qb3g

Referencias – References:

Baudrillard, J. (1970). La sociedad de consumo. Buenos Aires, Argentina. Siglo XXI.

Baudrillard, J. (1981). Simulación y simulacro. Buenos Aires, Argentina. Paidós.

Braunstein, N. (2012). El inconsciente, la técnica y el discurso capitalista. Buenos Aires, Argentina. Siglo XXI.

Chul-Han. (2018). Hiperculturalidad. Madrid, España. Herder.

Chul-Han, B. (2014). La agonía de Eros. Madrid, España. Herder.

Deleuze, G. & Guattari, F. (1972). El Anti-Edipo. Vol. I: Esquizofrenia y Capitalismo. Buenos Aires, Argentina. Paidos.

Freud, S. (1990). Tres ensayos sobre teoría sexual. Barcelona, España. Alianza.

Longford, L. (1972). Pornografía. Buenos Aires, Argentina. Grijalbo.

Malamuth, N. (1986). Sex Violence & Values: Changing Images (T.V. Movie). UCLA Publications Journal. California University.

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